“No tengo palmas ni palmones, pero sí mi corazón sediento de ti
y de tu poder…
”En este Domingo de Ramos
tan singular, Señor Jesús, desde el silencio de mi casa, te aclamo hoy, como
aquel día te aclamó el pueblo de Jerusalén, cuando entrabas en la ciudad
montado en un burrito.
Levanto mis manos a ti,
con humildad, no tengo palmas ni palmones, pero sí mi corazón sediento de ti y
de tu poder, y algunos esfuerzos, sacrificios y esperanzas, en estos días de
pandemia, te presento los sufrimientos míos y de otras personas que te ofrezco
en su nombre.
¡Bendito el que viene en
el nombre del Señor!
¡Hosanna en el cielo!
¡Viva Jesús, rey de reyes!
Bendícenos, protégenos del
mal, sé Tú por siempre nuestro rey.
Amén.
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