I ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA
GUARDA
Espíritu soberano a quién
pertenece mi guarda, por la voluntad divina, que en este piadoso cuidado
distribuye las jerarquías de los Ángeles para la tutela de los hombres: tú,
parte esclarecida de su eterna milicia por la gracia con que permaneciste, sin
perder la silla que tantos ángeles perdieron, te ruego me guíes y defiendas de
la maldad de mis apetitos, de la debilidad de mi naturaleza, de las insolencias
de mi voluntad, de la malicia de los pecadores, del ejemplo de los malos, del
poder de los tiranos, de la venganza de mis enemigos, de la envidia de los
espíritus amotinados que no perseveraron como tú, y pretenden que yo caiga como
ellos.
Ángel santo, yo no sé tu
nombre para llamarte por él; mas sé tú oficio para valerme de él. Atiéndeme de
suerte que mi alma logre tu cuidado, y mi vida tu inspiración, para que por ti
en la gloria restaure tu encomendado el lugar que perdió tu compañero, y tú
goces el fruto de tus advertimientos, y yo el de la obediencia; porque yo
contigo, y por tu inspiración merezca el reino de la paz y de la gloria.
Así lo conceda el que te
crió con su poder, y me redimió con su sangre. Amén.
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