LOS ARCÁNGELES Y LAS SAGRADAS
ESCRITURAS
Los arcángeles constituyen uno de los nueve coros de coros de ángeles.
Dios ha encomendado a los arcángeles las misiones más importantes en relación a los hombres. Son guardianes de personas a quién Dios ha confiado grandes misiones, como del Santo Padre, cardenales, obispos.
Según
las Sagradas Escrituras hay siete arcángeles:
"Yo soy Rafael, uno de
los siete ángeles que tiene entrada a la gloria del Señor" (Tb 12:15)
"Reciban gracia y paz de Aquel que Es, que era y que viene de parte de los Siete Espíritus que están delante de Su Trono" (Ap 1:4),
Las Sagradas Escritura mencionan el nombre de solo tres: Miguel (Ap 12:7-9), Gabriel (Lc 1:11-20; 26-38) Rafael (Tobit 12:6, 15). Los nombres de los otros cuatro arcángeles (San Uriel, San Barachiel ó Baraquiel, San Jehudiel, Saeltiel) no aparecen en la la Biblia. Se encuentran en libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en la literatura rabínica. La Iglesia reconoce los nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás nombres pueden tenerse como referencia pero, no son doctrina de la Iglesia ya que provienen de libros que no son parte del canon de la Sagrada Escritura.
Debemos tener cuidado con otros nombres dados a los ángeles, algunos de los cuales son de origen ocultista o de la Nueva Era.
Se recomienda rezar a los
Siete Santos Arcángeles.
A los arcángeles se les
llama los siete magníficos:
Miguel: (Ap
12:7-9) "quien como Dios". Venció y expulsó a Satanás del cielo.
Gabriel: (Lc
1:11-20; 26-38) "el que gobierna o mensajero de Dios".
Rafael:
(Tobit 12:6, 15) "el que cura o sana". El arcángel cercano a los
hombres para aliviarlos en su dolor y sufrimiento.
Los siguientes no aparecen
en la Biblia sino en otras escrituras antiguas de los judíos.
San Uriel Su nombre significa: "Fuego de
Dios"
Se le representa con una
espada en el jardín del Edén. Se lo considera al Arcángel puesto por el Padre
Eterno a las puertas del Paraíso con su Espada de Fuego, Aquel que expulso a
Adán y Eva.
Combate el espíritu de la ira, del odio y de la impaciencia, poniendo en el corazón las virtudes de la dulzura, benignidad, paciencia y mansedumbre. Con la dulzura y la paciencia vencemos y atamos al espíritu malvado. "Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso a vuestras almas" (Mateo 11,29).
San Uriel nos rodea con su
corona ardiente de amor, de paciencia y de bondad. El cuida todos los lugares
de las apariciones Marianas, enriqueciéndolos de gracias. Jesús afirmó en unas
de sus revelaciones: "Cuando los ejércitos rojos avancen, ellos
atravesarán tan solo al precio de la muerte y con la pérdida de sus vidas, el
cinturón de fuego colocado delante de los lugares de las apariciones de mi
Madre".
Ya en el cuarto siglo, San
Uriel es recordado en el martirologio. Él tiene en su mano izquierda la
antorcha ardiente o una espada flameante, la llama ardiente del amor de Dios.
San Uriel fue el encargado de expulsar a Adán y Eva del Paraíso, y custodiar su
entrada con aquella espada de fuego, de la que nos habla el Génesis. También se
lo representa con sus manos abriéndose las vestiduras del pecho, para dejar
salir el Fuego Sagrado de Amor (como hacía San Francisco Xavier) El Señor, en
efecto ha dicho: "Yo he venido a prender fuego a la tierra; y como
desearía que ya estuviese ardiendo" (Lucas 12, 49). Que en nuestros
corazones, arda, el fuego de la Gracia y del Amor de Dios. Cuán grande sea el
deseo de Jesús, de esto, lo vemos en su Sacramento de la Eucaristía. Allá está
su Amor que vence toda cosa viviente, escondido en su Carne y en su Sangre,
para estar siempre con nosotros. Sobre el Altar y en el Tabernáculo, está la
Fuente del Amor, allá está la Omnipotencia por excelencia! Allá nosotros
deberíamos encontrar la Gracia, para que el Fuego del Amor se haga en nosotros
luz viva y resplandezca en las tinieblas. Si nosotros nos postramos humildemente
adorando con gratitud y respeto a Dios en este Santo Sacramento; entonces
también en nosotros arderá el fuego del Amor de Dios y llegará a ser Luz.
Pedimos a San Uriel, nos
libre de caer en la pasión del odio, la ira y la impaciencia, y también nos proteja
de personas malvadas, iracundas, nerviosas; y derrame en nuestro corazón y en
el alma de los que nos rodean, el Amor, dulce, suave y sereno. (En la
iconografía se representa a San Uriel mostrando su pecho y su corazón ardiente
de Caridad).
Oración: "San Uriel rodéanos con el Cinturón de Fuego, ven en nuestra ayuda con tu Ejército Celestial. Y enséñanos a vivir y hacer como ha hecho Jesús, aquí en la tierra. Amén".
San Barachiel ó
Baraquiel Su nombre significa:
"Bendición de Dios"
Pedimos a San Barachiel, nos
proteja de caer en la pereza, la indiferencia a las Cosas Santas, en la mortal
tibieza; y liberen a las almas por las que rezamos, o nos rodean, del pecado
capital de pereza y la mortal caída en la tibieza e indiferencia.
El celo en el bien es necesario a la santidad, a la dicha, porque "El Reino de los Cielos sufre violencia y tan solo los violentos lo pueden arrebatar" (Mateo 11,12). Y en otro lugar Jesús dice: "No los que dicen Señor, Señor entrarán en el Reino de los Cielos, sino aquellos que hacen la Voluntad de mi Padre que está en los Cielos" (Mateo 7,21). Los tibios son a los ojos de Dios también peores que las almas frías. El Señor dice: "Puesto que no eres ni caliente ni frío, sino tibio, yo comienzo a vomitarte de mi boca" (Apocalipsis 3,16).
La liberación de los pecados mencionados abre el camino para la vida espiritual, trayéndonos el Don de la Conversión y la fortaleza y entrega total en sostener la vocación a la que nos llamó el Padre Dios, por primero a Ser Hijos por adopción en la Sangre de Jesucristo, y luego en la vocación particular de cada uno: vocación religiosa, vocación al matrimonio, vocación a la soltería, vocación en una carrera en bien de la humanidad, etc. San Barachiel se lo representa portando un canastito lleno de flores y frutos preciosos (los frutos de la Vocación cumplida).
El Ritual de las
Bendiciones, (el Libro de las Bendiciones), Barachiel lo tiene en su mano
derecha como señal de la Bendición del Señor, de los Santos Sacramentos y la administración
del Preciosísimo Tesoro confiado a los sacerdotes. La Eucaristía, es la gran
tarea y debe ser toda la entrega. Tiene que ser la primera preocupación en la
oración y para esto nos viene en ayuda el Santo Arcángel Barachiel con sus
santos ángeles auxiliares, para que las vocaciones que han sido concedidas a
muchas almas se logren. Como ya decía San Pablo: "Yo os exhorto a caminar
de una manera digna de vuestra vocación, que os ha sido concedida, con toda
humildad, dulzura y paciencia. Soportaos mutuamente en la caridad. Sed
generosamente comprometidos para conservar la unidad del Espíritu en el vínculo
de la paz" (Efesios 4,1 y ss.).
Oración: "Santo Arcángel Barachiel, convéncenos con tus ángeles. Ayúdanos a crecer en las buenas obras y en el amor a Dios y a María. Amén".
San Jehudiel Su Nombre significa: "Alabanza de
Dios":
Combate el espíritu de la envidia y de celos. El espíritu de la envidia se dirigió contra María Santísima, porque de ella debía salir la Encarnación de la Divina Persona. Su envidia lo empujó en contra del Decreto de Dios. El pecado de envidia es celoso del bien del prójimo. Una vez en el Antiguo Testamento, sus hermanos querían quitar de en medio a José por envidia, porque era el hijo predilecto de Jacob. La envidia cegó a los fariseos frente a la Santidad y al poder milagroso de Dios. Su envidia se transformó en odio en contra del Señor y lo condenó a muerte. Nosotros logramos vencer la envidia con el amor a Dios, a sus mandamientos y al prójimo, con la benevolencia, aceptando y reconociendo al prójimo.
El Santo Arcángel Jehudiel es nuestro guía y nuestra ayuda. Su aceptación incondicional del Decreto Divino y su celo en la ejecución de sus mandatos selló su eterna alianza con Dios. Por lo tanto él glorifica y exalta por toda la Eternidad a Dios, e incorpora en el amor, la viva alabanza a Dios. El pueblo escogido del Antiguo Testamento ha roto la Antigua Alianza y la ha rechazado. En el Nuevo Testamento estamos todos nosotros llamados a recibir la corona, que Jehudiel tiene en su mano, la señal de la recompensa divina para aquellos que son fieles a Dios y lo alaban.
San Pablo a Timoteo: "ahora me corresponde la Corona de Justicia. que el Señor, Justo Juez, me dará en ese día. Pero no solamente a mí., sino a todos aquellos que han esperado con amor su venida" (2 Timoteo 4,8).
Pedimos a San Jehudiel, nos
impida caer en envidias y celos, que exterminan toda serena paz del alma, y nos
proteja de individuos obsesivos por los celos y con la pertinaz maldad de la
envidia; y derrame en nuestras almas y en las de las personas que nos rodean,
la fidelidad a la Ley de Dios y de la Iglesia, y la Obediencia a las Divinas
Disposiciones.
Oración: "Santo Arcángel Jehudiel, fuerte ángel y gran opositor de los espíritus malignos, ven en nuestra ayuda con todo tu ejército angelical. Asístenos en la lucha contra los tremendos ataques del Infierno, que amenazan destruir a la Iglesia. Quita de nuestros corazones toda envidia y haz que el Decreto Divino llegue a ser para nosotros alabanza eterna y viviente en Dios. Amén".
San Saeltiel Su Nombre
significa: "Plegaria a Dios":
Se lo representa con las
manos juntas en oración profunda o con el incienso de adoración, representando
así su unión gozosa con Dios;
Combate el espíritu de la intemperancia, la gula y del exceso en la bebida. La intemperancia lleva a toda clase de pecados y de delitos. El Salvador nos advierte: "Estén alerta, no sea que se endurezcan sus corazones por los vicios, borracheras y preocupaciones de la vida. No sea que ese día caiga de repente sobre ustedes" (Lucas 21,34).
Contra este vicio ponemos la virtud de la templanza y de la renuncia. Ellas llevan a una inteligencia más clara, a una voluntad fuerte, a nuevas virtudes, al perdón de los pecados, a la escucha de las oraciones, a gracias extraordinarias y a la vida eterna. Por su intercesión, pueblos enteros, en ambiente de misión, fueron liberados del pecado de la intemperancia en la bebida. Esto lo ha conseguido un sacerdote en las misiones, donde él había dado a conocer a este Arcángel y había invocado su ayuda. Personalmente, quien esto escribe, obtuvo de este gran arcángel, el favor, para un sacerdote perdido por toda clase de vicios, comenzando por la bebida, y terminando con toda clase de escandalosos excesos (para lo cual invocó y rezó a diario a cada arcángel en demanda de las virtudes contrarias a tales deplorables vicios)
Sealtiel como distribuidor de gracias lleva en sus manos una cesta de flores (también frutos), o bien, va derramando flores y frutos; señal de la gloria, de la vida con Dios, de la práctica de las Santas Virtudes. A la Venerable Sor Josefa Menéndez (Hermana Coadjutora de la Congregación del Sagrado Corazón, fundada por Santa Magdalena Sofía Barat, y confidente de las revelaciones del llamamiento de amor del Corazón del Salvador).
La alegría de la vida en la vida de los niños de Dios se refleja en Sealtiel. El saberse escondidos completamente en la bondad paternal de Dios, en el ardiente amor de María y el valor de luchar por Dios y por María. El amor de entrega a Dios también se refleja en Sealtiel. Lo invocamos con sus ángeles para los esposos, para que ellos puedan siempre decir sí a toda nueva vida, confiada por Dios y por El obsequiada.
Pedimos a San Saeltiel nos
refrene a nosotros y ponga los límites a las personas de nuestra casa o
conocidos o aquellos que deseamos convertir y socorrer con la caridad cristiana:
de los vicios, de la embriaguez y el pecado capital de la gula, trocándolo en
verdadero Gozo espiritual de vivir en Dios (en clima de Oración, el Estado de
Gracia, en Unión con Dios).
Oración:
"Santo Arcángel Sealtiel, ayúdanos con tus ángeles, enséñanos a rezar,
como el Señor ha rezado y nos ha enseñado a rezar! Amén".
En la grandeza de las tareas
confiadas a los siete arcángeles, nosotros podemos reconocer el poder que Dios
les ha dado y la importancia de invocar su ayuda. Aquel que los honra, honra
también a su Reina, a María Santísima, y obtienen una eficaz ayuda en la lucha
contra los siete pecados capitales. Recemos a menudo siete Pater, Ave y Gloria
en honor de los Santos Arcángeles. con la invocación:
"Vosotros Santos
Ángeles,
venid con Vuestros
Ejércitos,
mostrad a nosotros y a todos
los hombres
vuestra ayuda y vuestra
fuerza,
para que nuestro corazón se
encienda
en el Amor de Dios
y de María, vuestra Reina,
Amén".
Agradecemos
a Fray Pío Guillermo Claudio de Jesús Crucificado, Franciscano Recoleto de la
Cruz, por sus aportaciones a esta página. http://www.corazones.org/
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