Protector de la Iglesia
En el Antiguo Testamento san Miguel aparece como uno de los
Príncipes del cielo puesto como guardián del Pueblo elegido (cfr. Dn. 12,1), de
ahí se deduce que el nuevo pueblo de Dios al ser la Iglesia tiene como
protector y guardia especial a este glorioso arcángel.
Esta misión es enseñada de manera casi unánime por todos los
Padres de la Iglesia.
Cuando se ha tratado de destruir el cristianismo con
persecuciones y amenazas, san Miguel es
quien bajo el comando de Nuestra Señora, Reina de los ángeles, ha aparecido para
asistir y proteger.
Es el caso de Constantino el Grande, siglo IV, quien recibió
fuerzas de San Miguel para obtener una brillante victoria sobre el emperador
pagano Majencio.
San Miguel aparece a Constantino diciendo “Yo soy Miguel,
jefe de las legiones angélicas de Nuestro Señor, protector de la religión
cristiana, quien, mientras tu estabas luchando contra tiranos impíos, yo ponía
las armas en tus manos”.
Santa Catalina Emmerich narra en repetidas ocasiones las
visiones que tuvo de san Miguel, en la forma de un guerrero, de pie, encima de
la Iglesia, con una espada ensangrentada a la que enfundaba en la vaina como
señal de victoria. Esto nos debe llenar de esperanza cuando vemos que aumentan
las persecuciones y ataques contra la Iglesia.
En estos tiempos críticos por los que atraviesa la Iglesia
vale la pena invocar a san Miguel para que defienda la Iglesia en esta batalla.
Recordemos la oración de León XIII en este sentido:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en
el combate contra las maldades e insidias del demonio. Se nuestra ayuda, te
rogamos suplicantes. ¡Que el Señor nos lo conceda! Y tú, príncipe de las
milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a
Satanás y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la
perdición de las almas”.
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